viernes, 20 de julio de 2012

Una, dola, tela, catola.



Guardo un montón de canicas de colores
dentro de mis bolsillos, por la noche
las saco y les muestro la luna,
ellas la miran, la llaman Mamá Altura,
y luego, cuando mis manos las dejan
en el suelo, juegan en sus reflejos
a las mareas, con los charcos de la calle.

Cuando las recojo, vuelvo al lugar de la ruina,
el absurdo de unas ventanas cerradas,
con los cristales rotos, cuadra mi atención
como si fuese sol sobre el horizonte,
mientras en el suelo germinan las semillas
penetrantes del olor humedo de la humedad,
humedad de tiempo largo y oscuro,
humedad triste, humedad de dolores resecos,
te riega el aire agrío del descontento
y te oréa el sol callado de la desolación.

Mis ojos se acomodan a la penumbra compañera,
soy y estoy en el centro de mi entorno,
espero a que el verbo de la luz deje de ser
un discurso mudo, de ánimo negro,
para ver los rincones de aquel fracaso,
son disidencias de recuerdos sin memoria del tiempo,
rechazos rechazados, muertes muertas,
y me siento soluble en un mar siniestro.

El polvo convive con el olvido frente a mí,
ambos se zurcen por las esquinas del suelo,
el viento los agrupa como si fuesen
agua y limo para el alma del delta,
los resguarda dentro de noventa
grados de ángulos rectos,
como recuerdos de personalidad obtusa
y veracidad punzantemente aguda.

Comienzo a sentir este espacio
como playa para los restos de un naufragio,
ahora sé que las calles no eran tan largas,
y tampoco eran tan anchas las aceras
por las que corrían los días sin escuela,
ahora, que llego a los timbres de las puertas
sin ponerme de puntillas, me doy cuenta
de que las distancias y las alturas son
metáforas sujetas a la vida de un reloj,
y por eso meto mis manos en los bolsillos,
y siento la suavidad circular de las canicas
acariciándome las manos, por los dedos,
y miro al cielo para buscar a la luna,
y saco las canicas para que la miren,
y ellas la llaman Mamá Altura,
y luego, cuando las dejo en el suelo,
juegan en sus reflejos a las mareas,
en los charcos con lunares de la calle.

"Una, dola, tela, catola"
© Ediciones Cambalache. Pokit in a pocket. chus alonso díaz-toledo.

sábado, 14 de julio de 2012

Axioma de un color

El blanco se inunda de rojo,
de rojo caliente, no comprendo
esta sangre que tiñe el papel,
mis palabras se secaron
hace tiempo como si fuesen
suspiros de sal sin cristal,
mis letras se asemejan
a las flores muertas que mueren
sobre las lápidas del olvido,
son frases de tez pálida,
pensamientos que se contraen
dolorosamente con el cansancio
que borra el color de los días.

En mis venas se despiertan
mil delirios de fuego líquido,
propuestas ingrávidas de atención,
incesantemente silenciosas,
saben que vagamos juntos
por el último de nuestros universos,
es un universo de susurros letales
y de polvo fatal, que se disuelve
en un cosmos donde la sombra
se adueña invariablemente de la luz,
para convertirla en una eternidad
que no deja de dar a luz penumbras.

Un lugar, hecho con muchos lugares,
se levanta en la memoria inmediata,
no tiene orden ni punto cardinal,
parece un sueño dentro de otro sueño,
o una vigilia de mirada inquietante,
no hay gente, ni huellas de recuerdos,
sólo hay espacios atormentados
con la dureza de la tierra seca,
horizontes de cielos desiertos,
y siento a la sonrisa de la desolación
brotando en mis labios, está fría,
tanto que sonreírla duele en los dientes,
y callo un poco más con cada segundo,
y cierro los ojos como si fuese muerte.


"Axioma de un color"
© Ediciones Cambalache Pokit in a pocket. chus alonso díaz-toledo.

jueves, 12 de julio de 2012

A escondidas

En la intención de mis manos
habita tu piel desnuda,
con ellas, de a poquito,
te recorro, poro a poro,
cuando el alba aún
no sabe que será alba,
y la luz de la luna te recita
con palabras discretas,
hechas de ceniza y de plata.

Tienes el bosque en el alma,
y tus sueños son los dueños
del desierto de las dunas viajeras,
porque eres madera y arena,
calor y calma, camino y destino
en los zapatos de un niño
que no quiere dejar de soñar,
y te vuelves laguna para las nubes,
o copla que rompe el silencio,
y el viento dice tu nombre
que tiene recuerdos de olivos y de pan.


"A escondidas"
© Ediciones Cambalache Pokit in a pocket. chus alonso díaz-toledo.