miércoles, 10 de agosto de 2011

Zzz...

El indeciso vuelo de una mosca
capta mi atención, mientras fuera,
en la calle, Madrid se aplasta de calor.

Me pregunto por cuál será la causa
de tanto arrepentimiento en su vuelo,
sus trayectorias son un perpetuo; “casi”,
aunque es posible que ella,
desde sus idas y venidas, se pregunte
por el motivo de mi extrema inactividad.

El aire se ha quedado quieto, seco,
parece como si hubiese muerto,
y en él la mosca, desaparecida,
tal vez desairada ante la defunción
del “hache dos o”, ha dejado
de cruzar los cables de mi pensamiento.

Ya la veo, está sobre la mesa de cristal,
creo que la indecisión se perdió
ante unos granos de azúcar
caídos desde las horas del café,
granos de azúcar, dulces balizas guía,
sobre el vidrio de un pista de aterrizaje
espontánea y hogareña, a escala: uno por yo.

Mi pie mueve la mesa, la mosca
vuelve a los caminos de aire,
regalándome el veneno
en su mirada, y de reojo.

Retoma las zetas invisibles que deja tras de sí,
no sin antes acercarse a mi rostro
con vuelos amenazantes y rasantes,
y se camufla entre las sombras de la estancia.

Fuera, en la calle, Madrizzz se aplasta de calor…


“Zzz…”
© Ediciones Cambalache. chus alonso díaz-toledo.

2 comentarios:

Almudena dijo...

Los poetas tenéis el don de hacer especial lo insignificante. Me gusta el símil de los granos de azúcar y las balizas luminosas de los aeropuertos. Preciosos los versos de los granos de azúcar caídos desde las horas del café. Es simple leerte, tanto como gratificante.
Besos desde el invierno.

Anónimo dijo...

Y la mosca se quedó absorta ante el poeta. ¿Todo esto es por mí? -se preguntó.
Me parece un poema diario pero no por eso fácil. Me gusta.

Saludos de una lectora nueva.