Ponerle tiempo al hecho,
acotarlo con las alambradas
que laceran los restos
que quedaron de la piel,
sopesarte en el acto contiguo,
medirlo, valorar la posibilidad
de que sea cierto lo que crees,
y pensar en el inquieto miedo
que acompaña al placer,
y derrocar a ese miedo interior,
y prometerle a la culpa
que no volverá a suceder jamás,
y morir por volver a suceder.
No te creíste invencible
al comenzar este letargo,
y sin embargo, te aferras
a las circunstancias
como el olivo se ata
a la tierra que nació seca,
y quieres convencerte
de todo lo contrario,
aunque ahora
el otoño parezca
una estación sin tren,
o un destino sin llegada,
y en la madrugada
esperas a esa mala jugada
que comienza con el primer sol.
"Deserción"
© El País de los Tejados. chus alonso díaz-toledo.