domingo, 12 de octubre de 2008

Átomos y dispersión

... esto sólo me pasa
cuando me tomo
una cocacola, me afeito,
y me fumo un porro.
-René Macroix de Pokituá-
Siento cómo la física disiente acerca de todo lo que se le dijo que debía hacer, sus principios comienzan a llegar al final de su existencia, y una paradoja atómica se lleva a cabo en mí: a medida de ser más, iré siendo cada vez menos, hasta que sea nada, como consecuencia superlativa del más y más y más y más...
Mis átomos, los átomos que me forman, han perdido la solidaria propiedad de mantenerse unidos, y lentamente comienzan a dispersarse en todas las direcciones, aumentando la separación entre ellos, para hacerme más grande, en un viaje directo hacia lo más que pequeño. Desconozco la medida oficial intermolecular que dicta el cuándo se deja de ser, no sé cuánto aire debe de haber entre las caprichosas partículas que me hacen, para que dejen de llamarse como yo, y pasen a llamarse macrocosmos, o microcosmos, o rueda de un camión de la basura en el estado de Wisconsin, pero la sensación es la del comienzo del todo, que termina llevando, y llegando, hasta la nada. Creo que la lejanía entre mi yo más próximo, y mi mí, comienza a ser cada vez mayor, el concepto de la medida toma un protagonismo que nunca tuvo antes, adquiere una presencia interior que no duele, pero que me incomoda, tal vez por extraña, o por desconocida, o también por resultarme letalmente libertaria. Afuera, en la calle, suenan los últimos ruidos del día, parece como si se hubieran puesto de acuerdo el tiempo, y el espacio, para decorar el teatro del absurdo en el que actúo en este, casi, metafísico momento, trayéndome la calma crepuscular azul necesaria para llegar al desmembramiento total de la identidad.
He comenzado a recordar antes de verme obligado a tener que olvidar. En este proceso patológico de dispersión morfológica que me sentencia, y me agujerea, la sintomatología, totalmente variable, se proclama en el derramiento de mi memoria por los espacios que quedan libres en las juntas, entre las neuronas, y las franquezas, y me moja el sabor de un beso pedido a la noche, cuando la luna estaba más allá de un uno de enero, y en el cielo había persianas que no se podían permitir el lujo de dejarse bajar.

"átomos y dispersión"
© el país de los tejados. chus alonso díaz-toledo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Flaco, sos de morir vos y tu cabeza. Besos porteños.

Anónimo dijo...

DIspersión atómica. Muy bueno. Saludos

Anónimo dijo...

Me ha costado entenderlo... creo que lo he entendido. Vengo porque Sebas me ha mandado un mensaje con tu dirección. Cuestas, pero alimentas. Por cierto, era lectora silenciosa tuya en el otro blog y me gustaba mucho.

La lectora silenciosa

Anónimo dijo...

A mí a veces me pasa aunque no me tome una cocacola ni me afeite...

Unknown dijo...

una inspiracion que espero nos acompañe por rato... y el efecto.. un discurso "grande" (que encontrara la verdad o al menos un valido intento de ella).
Besos!